La Universidad Nacional de Tucumán, a través de su secretaría de Post-Grado, continúa con loable ademán en estos tiempos de penurias editoriales, su publicación de textos valiosos originados en la provincia. Por las muestras que conocemos, la nómina es rigurosa y este dato debe destacarse convenientemente.
En este caso la elección ha recaído en una novela corta, “Un claro tiempo de azahares”, cuyo autor es Jorge Namur. Su profesión, la de ingeniero agrónomo, no ha sido obstáculo, sino todo lo contrario, como su devoción a las cosas e historia de su tierra lo atestigua, para urdir páginas de una prosa trabajada, recamada, podría decirse, con una preciosa “pedrería lingüística que no cede en ninguna parte. Como si el autor, además de atestiguar experiencias, quisiera también darle ilimitado crédito a la belleza expresiva en los más diversos registros.
La idea inicial, desarrolla con fortuna, es la de un protagonista, Ezequiel, cuya alma asiste, al principio, a las peripecias del propio entierro. Pero el presente inmediato se convierte, por arte de una pluma experta, en una reminiscencia vasta y abarcadora de un cosmos denso de vivencias aleccionadoras, en tanto han podido formar un alma verdaderamente hermosa.
Una especie de reconocimiento pánico, por todo lo que existe o podría existir, atraviesa el libro de cabo a rabo. La historia, próxima o remota, se da la mano con la anécdota, los rasgos familiares, y quienes los encarnan, son radiografiados con una síntesis sugestiva y un cariño poco frecuente en manifestaciones literarias contemporáneas, la geografía y todo lo que nada, crece, repta o vuela, captados minuciosamente y calificados por medio de adjetivos muchas veces sorprendentes.
De este modo se presenta un universo de recuerdos vivos, cálidos los que se originan, como acordes con la tierra tropical de los que se originan, y parientes, amigos, vecinos del difunto, quien percibe con los ojos mas abiertos que nunca, hacen un desfile inédito y doblemente inédito por ello. No caben dudas de que este “Claro tiempo de azahares”, titulo por demás exacto, está basado en una especie, nada frecuente hoy, de un reconocimiento hondo por todo lo que existe, y que podrá complacer especialmente a lectores aficionados en la provincia tucumana. Tampoco resulta frecuente, hoy menos que nunca, que este reconocimiento amoroso no se vea enturbiado por notas de mal gusto, de amargura, de angustia insondable, o por esas vaharadas de odio o mal humor propios de las letras actuales, foráneas o nativas.
Y no está de más, aunque ocurra esporádicamente, bañar el espíritu en páginas perfumadas, más que por la flora indígena, por un noble sentimiento metamorfoseado, a través del idioma, en una acción de gracias pura y de indudable transparencia. Y no hay aquí elogio, sino tributo de justicia. ©
Rodolfo Modern
